Lo que aquí se refiere a los test de inteligencia es totalmente aplicable a las pruebas de ingreso a instituciones educativas, y en particular a la evaluación diagnóstica que se viene aplicando en el IEMS por lo que se refiere a su carácter estático. Aún cuando normativamente esta evaluación es la primera fase de la evaluación cualitativa que debe practicarse (el proceso de evaluación diagnóstica - evaluación formativa - evaluación compendiada), son comunes las voces que hablan de la poca utilidad de este instrumento. Las razones de ello son múltiples y pueden enfocarse desde distintos ángulos, pero el aspecto que queremos resaltar es el de las críticas fundadas al carácter estático este tipo de evaluaciones.
Al nivel más básico puede decirse que la evaluación diagnóstica confirma una realidad muy conocida: el bajo nivel promedio de conocimientos con el que ingresan nuestros estudiantes. Pero al no aportar elementos para valorar el potencial de aprendizaje de un estudiante, estas evaluaciones no aportan una base real para generar un programa de intervención. No se trata de corroborar qué conocimientos no tiene el estudiante al momento de ingresar, sino de determinar qué procesos cognitivos, afectivos y psicosociales se pueden desarrollar en el estudiante dentro de una dinámica colaborativa a fin de obtener los conocimientos que debiera poseer de acuerdo al nivel de estudios así como los nuevos que se espera obtenga.
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